Las más de 1.000 personas que habitan mayoritariamente en el poblado de San Juan Bautista, en la isla Robinson Crusoe, viven principalmente de la pesca sustentable de la langosta y, en parte, del turismo, que también se mantiene a una escala sostenible. Parte importante de la vida en este rincón del Pacífico ocurre en comunidad, y quienes visitan la isla son bienvenidos a ser parte.
En el archipiélago de Juan Fernández e Islas Desventuradas el uso colectivo del territorio es la norma. Únicamente Robinson Crusoe posee una superficie menor, equivalente al 3%, que está desafectada y no es Parque Nacional. En el 97% restante de la isla no hay propiedad privada, por lo que cualquier persona puede hacer uso permitido de la tierra. Las islas y su mar son de todos y todas y la comunidad completa las cuida y protege.
Tradiciones locales como el rodeo de Villagra que se celebra una vez al año, la recolección de frutos como el maqui o la murtilla para consumo, la música cuyo cancionero local se traspasa vía oral, deportes como el remo y navegación a vela, la pesca y el trueque de langosta como moneda de cambio, o incluso el trabajo voluntario para la construcción de obras públicas como la pista aérea y senderos, son prácticas arraigadas que se viven en comunidad y se van transmitiendo de una generación a otra.
“Tengo la dicha de ser isleña, me emociona que continúen festividades como Villagra, donde nos juntamos toda la comunidad a compartir y preservar nuestras tradiciones.”